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»Esos ídolos no pueden hablar;
¡parecen espantapájaros
en un campo sembrado de melones!
Tienen que llevarlos
porque no pueden caminar,
así que no los adoren;
ellos no los pueden ayudar
ni les pueden hacer daño».

El Dios verdadero

Jeremías dijo:

«Dios mío, tú eres muy poderoso,
¡no hay nadie como tú!
Eres el rey de las naciones
y todos tiemblan ante ti.
Entre los sabios de las naciones,
y entre todos los reinos,
no hay nadie como tú.
¡Tú mereces que todos te adoren!

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